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Hay ganas de rodar por pistas pero las prohibiciones por temporada de incendios obligan a exiliarse.
Portugal con una normativa mas permisiva y a una hora de casa, ya nos permite manchar la cadena.





Pistas fáciles en principio, luego son mas entretenidas, paisaje y temperatura suave ayudan.










Tocamos el asfalto en el mirador de Corujeira sobre Montalegre, villa con empaque y servicios de ciudad.





Está a los pies de la sierra do Larouco y protegida por su castillo. Una birra para improvisar una ruta.





De nuevo por caminos laberínticos disfrutamos deslizando la moto. Abajo, los ríos y embalses, afortunadamente con bastante agua.










Entre una fincas aparece una Yurta, la vivienda que usan los nómadas en Mongolia y resto de Asia central.
Ciertamente sorprende.





Resulta que una aventurera pareja montó este tipo de establecimientos como alojamiento singular. Amablemente permitieron un pequeño fisgoneo.



Habrá que vivir la experiencia, Este “nomad planet” está en Fiaes do Río.





Un pequeño enlace por carretera y por si quedaba alguna duda, este es uno de los símbolos de Portugal:





Tozudamente volvemos al pisteo un buen rato, esta vez sobre el embalse de Paradela con el parque natural de Peneda-Gerês como imponente telón de fondo.











Cerca de la frontera vuelve lo negro y por el regresamos. Como siempre con ganas de más.