Volviendo de viaje paramos a repostar en una gasolinera de la AP7. Mientras el empleado del surtidor llenaba mi depósito, un coche destartalado con varios tíos dentro aparcó pegado a mi moto. Cuando acabé de repostar, salió el ocupante del coche que estaba más próximo a la caja como una flecha con la cartera en la mano y otro de ellos pidió llenar el depósito del coche.
Cogí las llaves de la moto mirando a todas partes y me dirigí a la caja para pagar. El del coche ya estaba en la cola delante de mi. Por suerte Fazer también estaba haciendo cola para pagar delante de él, y me colé descaradamente para ponerme a pagar con mi marido. Dije al empleado de la caja que me cobrase los 10 euros de la moto, y me fijé en que el del coche ya tenía un billete de 10 euros en la mano. ¡Pedazo de listo, había repostado 36 euros en su coche!
El empleado de la gasolinera me dijo que esto pasa a veces cuando repostan motos, se pone un listillo al lado, llena el depósito y sale corriendo antes de acabar. Si no está muy atento el empleado, puede encontrarse con que ha cobrado el importe del repostaje de la moto al coche, y luego échale un galgo, porque en muchos casos -como en el que relato- son extranjeros indocumentados que ni siquiera tienen carnet.
La estafa hubiera sido a la gasolinera y no a mí, porque yo puedo demostrar en todo momento que he repostado los 10 euros, que para eso tienen las cámaras, pero a mí ya me hacen dar explicaciones, perder el tiempo y cabrearme. No me puse en estado de alerta por pura intuición femenina, sino porque no es la primera vez que cuando ha repostado un ciclomotor conducido por un hombre antes o después de mi BMW, el empleado se ha empeñado en cobrarme la cuenta del ciclomotor.
Honrada que es una, no voy a hacerle esa faena al pobre señor, pero si quisiera, algún depósito me habría ahorrado...