Muy buenas a todos. Aquí va la crónica de una salida en solitario que hice ayer por la tarde, de esas que no tenías pensado salir y al final te animas y llegas a casa más feliz que una maraca. Espero que Neodes no me retire el saludo por no avisarle, cosas de la improvisación. Tengo una ruta en mente para más adelante, a ver si puedo concretarla y contar con el resto del k-isleño y los hermanos Cabrera, ya se verá.
Pues eso, que no tenía pensado salir, y después de almorzar el sofá me llamaba a siestear, cuando telepáticamente anaKLEta me dijo que si no la sacaba un rato no se pondría más en marcha. La amenaza tuvo efecto, y ahí me vi en la autopista hacia el sur de la isla sin tener claro que ruta tomar. Pues al final decidí subir por el barranco de Arguineguín, la pista está asfaltada, y aunque llana en su comienzo , al pasar Cercados de Espino se vuelve sinuosa (y divertida).
El barranco, casi un valle en el principio, se va encajonando y aparece la presa de Soria, la mayor de la isla , entre palmerales y los primeros pinos.
Un poco más arriba cogería una pista que atraviesa el pinar de Pajonales. Por aquí hay pinos con un buen porte, los pinares sureños, a pesar de ser más secos y pobres, no fueron tan esquilmados como los de la zona norte. Debajo se ve el embalse de las Niñas.
Lo que me extraña es que aún no hayan prohibido el tránsito de vehículos por la zona (otra pistas cercanas están cerradas con cadenas), y más teniendo en cuenta la bulla que pueden hacer cuatro cafres en moto, quad, todoterreno o a pié. Ojo, que he dicho cuatro cafres que van a saco, no el que pasa tranquilamente, y sí, no han leído mal, he puesto “a pié”: aunque el caminante suele ser respetuoso, yo recorriendo senderos por la zona me he encontrado con grupos que se oían a kms. con sus silbidos, gritos y bromas. De hecho Medio Ambiente planteó restringir el acceso a la zona a senderistas, pues en estos pinares viven los últimos 200 ejemplares del Pinzón Azul de Gran Canaria, especie de ave endémica en estado crítico muy sensible a los ruidos (abandonan los nidos). Lo curioso es que aparte de los gatos cimarrones y el retroceso de los pinares, gran parte de culpa de esta situación fue la rapiña coleccionista de muchos ornitólogos europeos a partir del descubrimiento de esta especie a finales del s.XIX.
Llegando a El Juncal, cojo otra pista (sin salida) que va entre almendreros y cultivos semiabandonados.
Saliendo de nuevo al asfalto asomo a la Caldera de Tejeda. Por uno de sus bordes asoma y se despeña el mar de nubes (es el sitio donde se pasa de la vertiente sur a la norte). Como decimos por aquí, la leche hirvió y se rebosó. Subiendo hacia la cumbre, se ve el mismo fenómeno desde otra perspectiva. Hay también una buena vista del Roque Nublo (con LA Rana Y El Fraile al lado), del Pozo de Las Nieves (donde está la bola verde, que es un radar militar) y de la presa de Los Hornos
Y siguiendo nuestro camino llegamos al Pozo de la Nieves, techo de la isla (1949 m.), con espectaculares vistas hacia el sur y el oeste (se ve Tenerife al fondo, tras el Roque Nublo que hace honor a su nombre). La vertiente norte no se ve por la nubosidad.
Ahora tocaba la bajada hacia la costa, después del calor de principios de la tarde, ahora tocaba frío, una niebla espesa y una ligera llovizna, pero lo peor fue el fuerte viento que estuvo a punto de jugármela varias veces.
Y esto es todo por hoy, espero poder mostrarles pronto más rincones de mi tierra, a ser posible acompañado por el resto del k-isleño.
Un saludo y birras pa todos.
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