Como todos los años por estas fechas suelo subir al monte a pasar la noche para ver la lluvia de estrellas, y de paso hacer unos caminos alumbrado por el foco de la moto. Así que el sábado a eso de las 9 de la tarde me puse en marcha hacia el refugio donde me esperan unos amigos para cenar.
El sol poco a poco va desapareciendo y aprovecho para hacer unas fotos.
La temperatura es inmejorable y el paseo por pistas de noche es algo que hay que vivirlo porque yo no sé contarlo. Si tenéis ocasión no dudéis en hacerlo, siempre con las debidas precauciones claro está.
Cuando llego al refugio, la noche ya se ha echado encima.
Y como sabemos que tenemos un intruso merodeando por los alrededores, le ponemos el cebo y no tarda en aparecer.
Como viene siendo habitual, estrellas no vemos muchas pero bueno. Después de largo rato con el cuello torcido mirando al cielo nos damos un paseo con el coche por los caminos para ver la fauna de la zona. En esta misión tenemos mas suerte y logramos ver 8 ó 9 ciervos en diferentes grupos, todos machos con sus imponentes cornamentas.
A la mañana siguiente y a eso de las 8 de la mañana la djebel sigue esperando donde la dejé la noche anterior.
Y así se ve el Moncayo (al fondo) desde aquí.
Después de un cigarrito contemplando la mañana, aun me volvería a meter en la cama otra vez hasta que apareció el amigo Chato con su XT, y salimos para hacernos nuestra ruta dominical de costumbre.
Las primeras dificultades no tardan en llegar. La pendiente es considerable y con mucha piedra suelta y rodadas profundas, lo que hace que en principio al amigo Chato se le atragante la subida
Pero este es de cabeza dura, así que vuelve a intentarlo y de un tirón hasta arriba. Como siempre las fotos no hacen justicia de la pendiente.
Hay que bajarse varias veces para abrir y cerrar vallas.
No es por nada, pero si las ruedas de nuestras motos degradan el monte, las que llevan las maquinas que utilizan para hacer esto, no te digo nada.
Descendemos de la sierra por una rápida y bonita pista.
Para después de cruzar el valle coger otra que sube a un hayedo, donde se agradece el frescor del bosque.
Y donde a pesar de que hace mucho que no llueve, todavía queda algún charco
Salimos del hayedo y después de varios km entre pinos volvemos a bajar de la sierra que se ve al fondo.
Y nos vamos acercando a un pueblo donde haremos una parada para refrescarnos un poco.
El amigo Chato esperando el autobús en una original marquesina diferente a las que estamos acostumbrados a ver.
Y ya vamos poniendo rumbo de vuelta
Y sin mas novedad, después de 163 km de caminos y prácticamente nada de carretera, llegamos a casa a por la merecida ducha, que como hace tanto que no llueve, los caminos tienen polvo para dar y vender.
Un saludo y hasta otra.