Dos motos. Desde una cumbre, como hipotéticas gotas de lluvia descendemos
entre saltos a través de pueblos y cauces hasta alcanzar valles anegados.
El milagro de cruzar las aguas del mar interior solo sucede si se solicita
con un sonido que lo reclame.
Compartiendo recorrido dos amigos.
No siempre se acierta el camino, toca rectificar unas cuantas veces.
Por eso la vida es una ruta.
Y parte de ella la hacemos en moto...