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Hace fresco.
Tanto que la moto se va calentando con bufidos de vapor.
Vamos bien abrigados pero no han hecho lo mismo con la carretera. El tramo del fondo
que tiene serrín por un vertido de gasoil, será aún más deslizante que la escarcha sobre la
que rodamos....
En Leiro atraviesa el río Avia un rústico puente.
Aparte de empapar la visera, la niebla parece jugar al escondite con pueblos y montes.
Se abre el telón de estas nubes terrestres justo frente a la sierra que nos espera.
Le decimos hasta luego al asfalto y disfrutamos ahora de unos caminos mas apetecibles.
Por extraño que parezca comienza el recorrido del macizo por la cumbre que le da su nombre: Pena Corneira.
Esta cima (672m) es un imponente monolito de 12 metros.
Casi caemos en la tentación de internarnos en terreno comanche. Llegaremos después pero por un camino legal.
Podríamos acceder todos si vamos con suavidad pero algunos son incapaces de no dejar
surcos a la salida de las curvas.... De ahí la prohibición.
Estamos en un macizo granítico que destaca por ser una masa (18 x 7 km) plutónica
batolítica del magma de un volcán de hace 300 millones de años.
Al rodar por antiquísimo espacio impresiona imaginar que en esos tiempos la
disposición de los continentes era bien distinta a la actual.
Es una zona no muy extensa pero si de nuestro agrado: Solitaria.
Unas imágenes dinámicas, 10 segundos del rodar por aquí:
La diferenciación cristalina ha dado lugar a variantes en la evolución geomorfológica
con crestas graníticas, bolos, corredores hundidos, etc.
Las canteras estaban devorando un paisaje único. No hace mucho que se le retiraron
las licencias. Y a partir de ahí comenzaron los incendios. Curioso.
Seguimos con unos segundos de movimiento.
Disfrutamos sobre unas modestas cumbres que ya estaban aquí cuando los Picos de Europa estaban en el fondo del mar o Sierra Nevada y
Pirineos eran una planicie.